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martes, 17 de julio de 2012

PeePoo Fuchile...

Bautizado Peepoo, el inodoro, que no necesita agua, fue diseñado por un arquitecto sueco, Anders Wilhemson, a quien le surgió esa idea al recorrer los barrios marginales de México y Sao Paulo, donde la gente hace sus necesidades en letrinas o cloacas y la situación sanitaria es grave.
Peepoo se compone de un pequeño asiento plástico y de una bolsa en plástico biodegradable que contiene en el interior gránulos de urea, un producto que descompone la materia fecal y la orina y la transforma en nutrientes.
Una vez utilizado, el dispositivo, que ha sido creado por una pequeña empresa sueca Peepoople AB, se puede transformar en una
fuente de abono, lo que ayuda también a aliviar la creciente presión sobre el agua en la agricultura, provocada por el galopante aumento de la población mundial.
La bolsa biodegradable, que cuesta unos tres centavos de dólar, ha transformado ya, al menos en algunos aspectos, la vida cotidiana de los habitantes de Kibela, un barrio marginal en Nairobi, Kenia, que la utilizan desde hace un año.
“Antes los habitantes de esa villa miseria hacían sus necesidades en cualquier lugar, entre los arbustos, cerca de las casuchas o en una bolsa que, cuando ya no aguantaban el mal olor, la tiraban afuera”, explicó Camilla Wirseen, directora del proyecto, uno de medio centenar presentados en el Foro.
Ahora ya no hay más malos olores y los riesgos de epidemia de diarrea se han reducido, destacó.
En ese barrio marginal, las bolsas usadas son recogidas en grandes bolsas y utilizadas luego como fertilizantes para la agricultura. Por cada bolsa que sirve de abono, la familia recibe un centavo.
Además, se organizó en el barrio una red de vendedoras locales de las bolsas biodegradables, y esas mujeres crearon luego microempresas, que prosperan.
El dispositivo va a ser experimentado en Haití, devastado en 2010 por un terremoto. Y su creador, que quiere ampliar el uso del inodoro ecológico por todo el mundo, ha mantenido conversaciones con varios países, entre ellos Bolivia, Pakistán y Bangladesh.
Otro de los 60 proyectos presentados en la “Aldea de las Soluciones”, situada en el corazón del Foro Mundial del Agua de Marsella, que concluye el sábado, es una vasija de cerámica para filtrar el agua, de muy bajo costo, que se basa en prácticas precoloniales de Mesoamérica, que fueron mejoradas por el guatemalteco Fernando Mazariego.
Llamada “Filtrón”, esta vasija, que tiene en su corazón un elemento filtrante que puede ser fabricado por ceramistas locales con materiales locales, sin necesidad de electricidad ni de tecnologías de alto nivel, potabiliza el agua contaminada.
Gracias a un baño de plata coloidal en su elemento filtrante, el Filtrón elimina las bacterias, lo que reduce las enfermedades.
Ese proyecto es presentado en el Foro de Marsella por Ceramistas por la Paz, una organización no gubernamental que capacita a artesanos de los países en desarrollo, y que elaboró un proceso de producción del filtro a gran escala, abaratando su costo.
El Filtrón, que cuesta entre 10 y 20 dólares, podría ayudar a facilitar el acceso al agua potable, a la que aún no tienen acceso más de 800 millones de personas en el mundo.
La ONG indicó que había por eso tomado “la decisión política” de no patentar su tecnología, que se puede hallar en internet, en el sitio en la Red de Ceramistas por la Paz.

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