Venezuela y sus inundaciones

Por: Moisés Bittán

Se sabe que el clima global se verá afectado significativamente en el transcurso de este siglo a consecuencia de la concentración de gases invernadero, lo cual también se manifiesta en alteraciones en las precipitaciones globales.

Existe una gran incertidumbre sobre el cambio climático global y las respuestas de los ecosistemas, lo cual inevitablemente se traduce en desequilibrios económicos, que afectan sobre todo en países que dependen fuertemente de los recursos naturales como lo es nuestro caso, Venezuela.

El impacto sobre los humanos también trae consecuencias: más enfermedades infecciosas, inundaciones de terrenos costeros y ciudades, tormentas más intensas y extinción incontable de plantas y animales, fracasos de cultivos en áreas vulnerables y aumento de sequías, entre otras.

La progresiva acumulación en la atmósfera de los gases que provocan el llamado efecto invernadero ha provocado el aumento de la temperatura en la superficie terrestre.

La concentración de gases invernadero en la atmósfera ha venido aumentando desde el inicio de la era industrial, por el aumento del uso de combustibles fósiles y la destrucción de las selvas, lo que ha provocado a su vez el aumento de la temperatura media de la atmósfera próxima a la superficie de la tierra; teniendo como consecuencias en la actividad humana: calefacción, industria, agricultura, transporte. Otra causa y efecto es el aumento de la población y la deforestación de los bosques. La emisión de CO2 y gases invernadero se relaciona con factores como: aumento de población, crecimiento económico, costo y disponibilidad de fuentes de energía, producción y consumo, nivel oceánico.

Los cambios climáticos regionales pueden afectar la biodiversidad, las características del hábitat costero, el régimen de incendios forestales y las actividades productivas como agricultura, ganadería, generación hidroeléctrica y el turismo.

Como ejemplo está la experiencia vivida en 1999 y las intensas lluvias de las últimas semanas, con resultados lamentables por la pérdida de vidas, enseres, daños considerables en infraestructuras, pérdida de cosechas, muerte de ganado, sembradíos y cosechas perdidas, disminución y ausencia de actividades económicas, etcétera.

Vale recordar también que vivimos casi dos años de sequía, tiempo en el que se perdieron grandes cantidades de cosechas y se agravó el servicio eléctrico por falta de caudal hídrico, entre otros. Otro ejemplo cercano son las noticias que nos han llegado de Colombia. En nuestro país hermano y fronterizo las intensas lluvias e inundaciones han hecho grandes estragos en varias ciudades y poblados.

Es lamentable, con estas experiencias, saber que Venezuela es uno de los mayores emisores por habitante de CO2, superando a países industrializados como Alemania, Japón, España, Francia y China. Y ello se debe principalmente a la destrucción de bosques y cuencas hidrográficas en el país, así como por el consumo desmedido de petróleo y sus derivados y gas. El bajísimo precio de los carburantes implica también grandes emisiones de CO2, muchas veces innecesarias.

Futuro comprometedor

Investigadores del Panel Intergubernamental para el Cambio Climático (IPCC), del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (Pnuma) y de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) han concluido que de no frenarse el problema del calentamiento de la Tierra habrá un aumento en la temperatura mundial, lo que provocará el deshielo de los polos glaciares y ello, a su vez, aumentará el nivel de los océanos, que afectaría a muchas zonas costeras y pondría en riesgo a millones de seres humanos, de grandes urbes, ciudades y poblados.

Se han llevado a cabo varias cumbres para tratar el problema y concluyen sin compromisos trascendentales por parte de los países desarrollados y los grandes emisores de dióxido de carbono. Aunque cada país manifiesta aplicar su política de reducción de emisiones de gases invernadero, estos esfuerzos siguen siendo insuficientes.

Problemas económicos

El calentamiento global produce aridez en la tierra afectando las actividades agropecuarias y en un futuro no muy lejano se acelerará el ritmo de fundición de las enormes masas de hielo polares, lo que elevará los niveles del mar y ello hará peligrar seriamente la posibilidad de vida en las costas y muchas islas quedarían comprometidas.

El cambio climático no es un problema meramente ambiental. Conlleva un conflicto socioeconómico. Sin embargo, evitar las consecuencias negativas del cambio climático es algo tan ambientalmente deseable como económicamente inaplazable. El informe del economista Nicolas Stern cuantifica costos, bastante alarmantes. Según Stern, hacer frente al cambio climático tiene costos altos, por el orden de 1% del PIB mundial. Es muchísimo. Pero no hacerlo sería aún más oneroso: entre 5% y 20% del PIB.

Estos desequilibrios son imposibles de solucionar si no hay una conciencia mundial sobre el peligro que corremos. Solucionar los problemas del adelgazamiento de la capa de ozono, el calentamiento global, las alteraciones climáticas devastadoras, no es cuestión de años ni de décadas. Es una preocupación que debe ser tratada de inmediato.

Nuestra contribución como país a estos problemas sería: reforestar las cuencas con urgencia, establecer políticas para la reducción de emisiones de carbono, aumentar la eficiencia energética sincerando paulatinamente los precios de los hidrocarburos en el mercado interno e incentivar la proliferación del uso de tecnologías no contaminantes con el fin de fortalecer la estabilidad ambiental y optimizar las perspectivas económicas en el mediano y largo plazos.

Ojalá que al menos nos quede como lección de las inundaciones en el país que debemos estar conscientes de nuestra corresponsabilidad en la preservación del medio ambiente propio y global.